¿De qué va esto de emociones de mamá? ¿es que existen emociones de mamá? ¿es que acaso las madres sienten algo diferente a las personas que no lo son?
Bueno, por «emociones de mamá», quiero hacer referencia a las emociones y sentimientos que las mujeres atraviesan durante el periodo perinatal y también durante la maternidad en sí.
Como mis pacientes ya saben , aunque quizás los que me leéis a través del blog o las publicaciones en redes no lo sabéis, hace poco que he entrado en el mundo mágico, bonito y también duro, de la maternidad.
Para mí, ser madre es algo que te mueve, te monta y te desmonta. Es como si te metieran en una batidora y removiesen a 100 revoluciones. Ser madre es amor infinito, es miedo, es fuerza, es culpa, es cambio, es reencontrarte contigo misma, desconectar de ti, de tu «yo», de tu esencia, reconectar y encontrarte con otra identidad, con otro cuerpo, con otro rol, con otras necesidades. Y eso en muchos casos es duro, es complejo y difícil de encajar. Ser madre son renuncias, es agitación y calma. Es quedar en otro plano y priorizar a otro por delante de ti.
Desde el otro lado del sillón, como terapeuta, he escuchado a muchas madres… llenas de culpa, pensando que hacen todo mal, que sus hijos sufren como consecuencia de ellas. Piensan que no saben hacerlo bien o aparecen dudas de si estarán actuando en lo correcto. También he observado creencias arraigadas fruto de sus pasados o de sus familias, ideas preconcebidas sobre cómo actuar, con las cuales están en pugna, en una dicotomía de si hago lo que creo o siento o lo que se supone que está bien. En esas madres, he visto niñas heridas, que sufrieron y se ven reflejadas en los ojos de sus bebés o de sus niños… e intentan evitar a toda costa ese sufrimiento que ellas vivieron en sus carnes.
Siempre las he entendido y acompañado en sus procesos, desde el apoyo, desde el cariño y el arropo, pero ahora, siento lo que ellas sienten (no me iba a librar yo de esto).
¿Y cómo no vamos a sentirnos así? Si de un día para otro tenemos un ser a nuestro cargo, completamente dependiente, que sabemos que moriría si no nos hacemos cargo de él. Un ser que siente, que puede sufrir y al que tenemos que ayudar a manejar el sufrimiento que la vida tiene como vida que es. Y sentimos que todo depende de nosotras. Y en cierta medida, es así.
Además, vivimos en una sociedad llena de juicios, llena de «opinólogos». Desde que soy madre, tengo la sensación continua de tener que dar explicaciones de como crío. Y creo que todas pasamos por esto, de si das pecho o no lo das, de si duerme contigo en la cama o no, de si lo coges mucho en brazos o poco, de si lo tienes que dejar llorar o no, de si le das alimentos triturados o se los das enteros, de si le llevas a un cole o a otro, de si usas unos zapatos o utilizas otros, de si esa ropa es demasiado estrecha, de si le regañas poco o si le das demasiado azúcar.
Ahora toca aprender, desaprender, transitar por las emociones que genera este cambio, escucharse, volverse a conocer, reencontrarse. También toca valorarse, cuidarse y atenderse, todo esto, continuando mi camino profesional, siguiendo cruzándome con madres bonitas, llenas de miedos, a las que poder acompañar es su proceso individual, seguiremos aprendiendo a ver, a mirar de otra manera, a observarnos bien dentro… a encontrar paz, confianza en una misma, confianza en el instinto, en el amor. Sin miedo a querer «de más» o a poner límites. A criar más segura.
Bienvenida, Sara, al mundo mágico, bonito y también duro, de la maternidad.
Sara Martínez
Psicóloga Sanitaria. Directora de Dando Pasitos.

