¿Buscas una alternativa a los típicos campamentos urbanos de verano?
¡Dando Pasitos lanza sus primeros talleres de verano!
Una propuesta diferente, divertida y con un enfoque psicológico, pensada para que los peques no solo disfruten, sino también crezcan por dentro.
Sabemos que el verano es un momento para descansar, jugar y hacer nuevos amigos. Pero también es una oportunidad maravillosa para seguir desarrollando habilidades emocionales y sociales que les acompañarán toda la vida.
En nuestros talleres, aprenderán a gestionar sus emociones, mejorar su autoestima y fortalecer sus relaciones con los demás… ¡todo mientras se divierten!
🧠 ¿Qué trabajaremos?
Cada semana se organizarán sesiones diferentes con actividades creativas, juegos y dinámicas grupales orientadas a:
Identificar y expresar emociones de forma saludable.
Técnicas de gestión emocional: respiración, meditación y Mindfulness.
Fortalecer la autoestima y la confianza en uno mismo.
Mejorar las habilidades sociales con dinámicas de empatía, escucha activa y comunicación asertiva.
Gestionar emociones a través de la música, el juego y la expresión creativa.
Detectar y manejar los «pensamientos enemigos» que dificultan su bienestar.
Entrenar funciones ejecutivas como la atención, la memoria, la flexibilidad mental o el autocontrol.
Todo en un entorno seguro, respetuoso y motivador, donde cada niño/a se sienta visto, valorado y acompañado.
🧒 ¿A quién va dirigido?
A niños y niñas de 6 a 10 años, con ganas de pasarlo bien, hacer nuevos amigos y vivir una experiencia enriquecedora estas vacaciones.
📍 Lugar, fechas y horario:
Lugar: Moala Psicología – Calle Agustina de Aragón, 6
Horario: de 9:00 a 13:00h
Grupos reducidos: Máximo 12 participantes por grupo
Fechas disponibles:
🗓 Grupo 1: 23 al 27 de junio (1 semana)
🗓 Grupo 2: 30 de junio al 11 de julio (2 semanas)
🗓 Grupo 3: 14 al 25 de julio (2 semanas)
🗓 Grupo 4: 28 de julio al 1 de agosto (1 semana)
*Puedes elegir semanas sueltas, incluso dentro de los grupos quincenales, ya que las actividades están pensadas para tener un cierre semanal completo.
Información y reservas:
Precios: 150€/1 semana 280€/2 semanas
Puedes obtener más información o reservar tu plaza en:
📞 614 10 29 61 / 644 53 12 15
📧 dandopasitos@moalapsicologia.com
¡Inscripciones abiertas! Las plazas son limitadas.
Brindamos un espacio seguro y enriquecedor para que los niños desarrollen su mundo interior, mientras disfrutan del juego y la compañía de otros peques. ✨ Un verano para crecer por dentro y por fuera.
Ocurre a veces que los niños no se relacionan adecuadamente, lo podemos observar cuando:
Es excesivamente tímido
No habla de sus amigos
Tiene autoestima baja
Expresa sus frustraciones con agresividad
No expresa sus deseos o gustos de forma clara
Prefiere estar en casa haciendo cualquier cosa que salir a jugar
No suele participar en juegos con otros niños
No sabe perder
No sabe decir no
Los seres humanos somos seres sociales que vivimos en continua interacción unos con los otros. Las habilidades sociales son un conjunto de conductas necesarias que nos permiten interactuar y relacionarnos con los demás de manera efectiva y satisfactoria. Para evaluar y entrenar las habilidades sociales es importante tener en cuenta aspectos como la cultura o las variables sociodemográficas.
Además, resultan ser conductas aprendidas, esto quiere decir, que no nacemos con un repertorio de habilidades sociales, sino que las vamos desarrollando a lo largo de nuestro ciclo vital. Seaprende de lo que se observa, de lo que se experimenta y de lo que se recibe en las interacciones interpersonales.
Aquí os dejamos unos «tips» para que podáis trabajarlo juntos en casa:
Refuerzo positivo. Refuerza sus conductas sociales positivas (ej. el que haya bajado a jugar al patio, el que llame a un amigo por iniciativa propia, una comunicación asertiva, etc.).
No utilices el castigo de forma sistemática. Muchas veces los niños entran en una situación de indefensión aprendida, es decir, llegan a pensar «da igual lo que haga ya, porque me van a castigar», por lo que el castigo deja de ser útil.
Imitación. Consiste en que demostréis al niño, con vuestras propias actitudes, como ponéis en práctica diferentes habilidades en la vida cotidiana. Por ejemplo, si queréis que vuestros hijos miren a los ojos al hablar, no podéis vosotros no hacerlo cuando habéis con ellos u otras personas, o si queréis que vuestros hijos pidan las cosas «por favor y gracias» os tienen que observar haciéndolo a vosotros. Vosotros sois los modelos más importantes para vuestros hijos.
Evita resolver problemas de forma agresiva.
Fomenta la autonomía e independencia, evita la sobreprotección.
Propiciar la interacción social. Llévale al parque, invitar niños a casa, extraescolares que le gusten, etc.
Información sobre cómo ha actuado. Cuando el niño está realizando una conducta, se le informa de lo que ha hecho bien y de lo que le falta por mejorar o aprender
Ten en cuenta sus sentimientos, emociones y necesidades. Comunícate con el niño y ponerle nombre a lo que siente.
Establecer normas y límites firmes.
Acuerdo entre la pareja a la hora de establecer refuerzos y límites.
Si queréis seguir aprendiendo sobre esto, asiste a nuestra escuela de padres o inscribe a tu hijo/a en alguno de nuestros talleres relacionados con el trabajo de estas habilidades.
Sara Martínez. Dando Pasitos (área infanto-juvenil de Moala Psicología)
Cuando nuestros hijos compiten en cualquier disciplina deportiva, es natural que queramos lo mejor para ellos. Queremos verlos crecer, mejorar y alcanzar su máximo potencial. Pero en ese deseo de ayudar, a veces sin darnos cuenta, cruzamos una línea: pasamos de ser padres a convertirnos en entrenadores, jueces o incluso espectadores demasiado críticos.
Seguro que en más de una ocasión has pensado que tu hijo podría rendir más si se esforzara un poco más, que el entrenador no está potenciando sus fortalezas, que debería entrenar más una habilidad específica o que debería competir en otra categoría. También es cierto que, como padres, hacemos sacrificios: invertimos tiempo en llevarlos a entrenar, dedicamos fines de semana a campeonatos o torneos, y asumimos un esfuerzo económico en equipaciones, licencias y formación. Con todo esto, es fácil caer en la tentación de involucrarnos más de la cuenta.
Pero… ¿es realmente necesario que seamos nosotros quienes les digamos en qué fallan, qué deben mejorar o qué tienen que hacer?
Cómo vivir el deporte de tus hijos sin convertirlo en una presión
Disfruta el momento. Suelta el cronómetro, deja de analizar cada jugada y simplemente vive la experiencia desde la grada. Más que corregir, sé su mayor fan.
Evita las comparaciones. No te obsesiones con marcas, mejoras o resultados. Cada niño tiene su propio ritmo de evolución y lo más importante es que disfrute del proceso.
Respeta el trabajo del entrenador. No es tu rol decidir si juega o no, en qué prueba participa o qué estrategia debe seguir. Confía en los profesionales.
No hagas del deporte el único tema de conversación. Hablar constantemente de entrenamientos y competiciones puede hacer que tu hijo sienta el deporte como una obligación más que como una pasión.
No presiones ni exijas. Anima, motiva y acompaña, pero sin convertir la actividad en una fuente de estrés.
El papel más importante: ser su apoyo incondicional
Los niños no necesitan un analista deportivo en casa, necesitan padres que los apoyen, los acompañen y los refuercen emocionalmente. Que celebren sus logros, pero también que estén ahí cuando algo no salga bien. Que sean un hombro en el que llorar si hace falta y un lugar seguro donde compartir dudas, inquietudes y alegrías.
Al final, el deporte debería ser una fuente de aprendizaje, diversión y crecimiento personal. Y como padres, la mejor contribución que podemos hacer es asegurarnos de que lo siga siendo.
Seguro que alguna vez habéis escuchado a vuestros hijos frases como… “mamá tengo miedo de que salga un monstruo”, “papá, no quiero que apagues la luz”, “me da miedo el cielo de noche”, “¿Qué ha sonado? Me da miedo ese ruido” “¿te vas a morir? ¿dónde vas cuando te mueres?”
Los miedos infantiles son muy comunes en los niños, muchos de ellos tienen que ver con su desarrollo y desaparecerán solos. En algunos casos, puede que persistan en el tiempo o afecten demasiado a algunas áreas de la vida, en ese caso, habría que consultar con un psicólogo infantil.
El miedo es una emoción primariay universal que experimentamos todos los seres humanos (y muchos animales) como una respuesta natural ante una amenaza real o imaginaria. Es una emoción que aparece para protegernos y garantizar nuestra supervivencia.
En lo que tiene que ver con los niños, estaría bien que pudiésemos diferenciar entre los distintos tipos de miedo:
Miedos adaptativos: son aquellos miedos necesarios que aparecen para protegernos ante un peligro real. Por ejemplo, miedo a acercarse a un perro que le está ladrando por si me puede morder.
Miedos evolutivos: son temores comunes que aparecen de manera natural en diferentes etapas del desarrollo infantil. Están relacionados con el desarrollo cognitivo, emocional y social del niño, y suelen ser una respuesta adaptativa a los cambios en su desarrollo y comprensión del mundo.
Estos miedos se caracterizan principalmente porque:
Son normales: forman parte del proceso de maduración y ayudan al niño a aprender a manejar la incertidumbre y los desafíos
Son temporales: desaparecen a medida que el niño crece y desarrolla estrategias para enfrentarlos
Están ligados a su desarrollo: reflejan su nivel de comprensión y las capacidades cognitivas de cada etapa.
A continuación, os dejamos una tabla de miedos evolutivos, es decir, miedos que están relacionados con el desarrollo cognitivo y emocional del niño y son completamente normales en diferentes etapas de la infancia y, por lo general, van despareciendo solos:
Edad
Miedo
TIP
1-3 años
Ruidos fuertes, Separarse de sus figuras de apego Animales, Extraños, Oscuridad
Hablar al niño con calma generando un ambiente tranquilo
Validar la emoción sin exagerar el miedo
Invitar y ayudar al niño a que pueda hablar y expresar lo que siente (dibujando el miedo o a lo que tiene miedo, construyéndolo en plastilina, contando un cuento, etc.)
Asegurar nuestro apoyo y presencia para transitar esa emoción incómoda
3-5 años
Miedo a la oscuridad, los monstruos, fantasmas, animales, separarse de los padres, personas disfrazadas
6-8 años
Oscuridad, seres imaginarios, estar solo, dolor físico, ir al médico, muerte, hacer el ridículo, tormentas
9-11 años
Rendimiento académico, relaciones sociales,
12-15 años
Miedo a la crítica, al rechazo de los compañeros o amigos, al fracaso, miedos escolares
La Navidad es una época mágica para muchas personas. Llenamos todo de luces y color, adornamos la casa, las calles y llenamos de magia el día a día. En el cole los profes adaptan su rutina diaria y realizan actividades relacionadas con la festividad. Y en casa están desde los que deciden “adoptar” por unos días al Elfo Travieso hasta los calendarios de adviento, la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, las celebraciones con familia y amigos, los villancicos y el chocolate caliente. Sin embargo, también puede ser un momento en el que los niños se enfrentan a preguntas difíciles que reflejan su creciente comprensión del mundo. Cuestionándose desde porqué algunos niños no tienen regalos, cómo pueden volar los renos, cómo Papá Noel nos va a traer regalos sino tenemos chimenea hasta si Los Reyes Magos y Papá Noel existen de verdad.
A continuación, exploramos cómo podemos responder a algunas de estas preguntas promoviendo valores de comprensión, generosidad y empatía, adaptándonos a la edad y nivel de desarrollo del niño. Esto es algo general, cada familia tendrá que adaptar sus respuestas de acuerdo a sus valores, creencias y tradiciones.
Lo primero de todo, es importante comprender el contexto de la pregunta que hace el pequeño. ¿Le ha ocurrido algo a él? ¿Ha ocurrido algo en su entorno? ¿ha visto algo en la TV o se lo ha escuchado a alguien? Contestarnos previamente estas preguntas nos ayudará a darle una contestación atendiendo sus necesidades emocionales y cognitivas.
Allá vamos con algunas preguntas que nos hacen los más pequeños:
¿Qué pasa si la gente no tiene dinero para celebrar las Navidades?
Respuesta:
A los más pequeños: es triste que haya personas que no tienen dinero para celebrar la Navidad, pero en estas fechas no se trata solo de dinero. También se trata de estar juntos, compartir y darnos cariño, y eso no cuesta dinero. Se puede celebrar la Navidad de otras formas. Lo más importante de estas fechas es estar unidos. A veces puede ser más valioso el hacer cosas especiales juntos, como cantar, bailar, cocinar o compartir momentos.
A los más mayores: los preadolescentes y adolescentes tienen una mayor comprensión del mundo y pueden discutir temas más complejos, como la desigualdad o la importancia de la solidaridad. Podemos contestarles algo como: “La desigualdad es un problema real. Algunas familias tienen más dificultades económicas, pero muchas personas trabajan para ayudar, como organizaciones que recolectan regalos para quienes lo necesitan.” “En momentos así, es importante recordar que la Navidad es una oportunidad para ser creativos y centrarse en lo esencial: estar juntos, compartir y agradecer lo que tenemos.”
Además con esta pregunta podemos aprovechar para fomentar la gratitud en nuestros hijos, proponiéndoles algo solidario, como donar juguetes y alimentos, visitar hogares de ancianos, voluntariados, participar en mercadillos o carreras solidarias, etc.
¿Por qué Papá Noel o los Reyes Magos no me han traído lo que pedí?
Responder a esta pregunta depende de la edad del niño, su nivel de comprensión, y de las creencias que quieran reforzar en la familia sobre los Reyes Magos. Aquí tienes algunas ideas para responder de forma afectuosa y tranquilizadora.
Respuesta:
A los más pequeños: los Reyes Magos siempre intentan traer lo que los niños piden. Pero es que hay muchos niños en el mundo y no siempre pueden traeros a todos todo lo que pedís exactamente. Tienen que repartir e intentar que todos estéis contentos. Pero lo que es seguro es que han pensado en ti y han creído que esto que te han traído te iba a encantar.
A los más mayores: Puede que los Reyes no te hayan traído justo lo que pediste, pero eso no significa que no hayan pensado en ti. Seguro que han creído que eso que te han traído te iba a gustar mucho. Sois muchos niños y tienen que repartir entre todos. Además, tú sabes que la Navidad no son solo cosas materiales, sino también el compartir en familia, el ser solidarios y mostrarnos cariño.
¿Cómo puede entregar Papá Noel todos los regalos en una noche?
Esta es la pregunta clásica que los niños hacen en Navidad. Aquí tienes algunas ideas de como responderla fomentando la magia navideña.
Respuesta:
¡Es por su magia especial! Los Reyes tienen poderes mágicos con los que pueden viajar rapidísimo y dejar los regalos a los niños cuando están dormidos
¿Por qué este año no nos juntamos todos en Navidad?
En este caso lo principal es responder de forma honesta y sensible, adaptando la respuesta a la edad del niño, para que puedan comprender la situación y sentirse en calma.
Respuesta:
Si es por motivos de salud: «Este año no podemos juntarnos todos porque hay personas en la familia que necesitan cuidarse mucho para no enfermarse. Pero eso no significa que no nos queramos o que no celebremos juntos, ¡lo haremos de otra manera!» «A veces, lo mejor que podemos hacer para cuidar a quienes queremos es darles espacio para que estén bien. Aunque no estemos juntos en persona, podemos hablar por videollamada o enviarles mensajes especiales.»
Si es por distancia: “Este año cariño, no ha podido ser. Entiendo que quieres estar con X, yo también, pero no hemos podido coincidir porque teníamos otras responsabilidades importantes. Eso no significa que no nos quiera o no le queramos. Le vamos a echar de menos y podemos buscar la manera de estar de alguna forma conectados. Si es por desencuentros familiares (tenemos que tener cuidado y adaptarlo mucho): «A veces, los adultos tienen diferencias o problemas y necesitan tiempo para resolverlos. Pero lo importante es que tú no tienes que preocuparte por eso. Nosotros siempre te queremos y queremos que pases una Navidad bonita.» «Este año las cosas son un poco diferentes, pero eso no cambia que todos nos queremos mucho. A veces, estar separados por un tiempo ayuda a que las cosas estén mejor más adelante.»
Si es porque conscientemente hemos decidido celebrar las Navidades solos: «Este año decidimos hacer una Navidad más tranquila, solo con los más cercanos, para que podamos disfrutar de una forma diferente. Así cada familia puede tener un momento especial.
¿Por qué hay personas que no están contentas en Navidad?
Respuesta:
A los más pequeños: “hay personas que en Navidades echan de menos a alguien que quieren mucho o no tienen todo lo que necesitan para celebrarla y estar felices”.
A los más mayores: “Aunque tú sientes que la Navidad es una fecha muy bonita, no es así para todo el mundo. Hay personas que en esta fecha están tristes porque se acuerdan de personas que ya no están, porque no tienen buenas relaciones familiares, porque no tienen dinero suficiente o porque no están pasando un buen momento personal. Tenemos que entender que cada persona tiene sus propias circunstancias y no todas las personas tienen que vivir la Navidad de la misma manera.
¿Los Reyes Magos existen de verdad?
¡La temida pregunta! Responder a esta pregunta depende de la edad del niño, su nivel de curiosidad, y las tradiciones familiares que quieras mantener. Es difícil porque de alguna manera, el dar la respuesta real nos pone en frente el duelo de que nuestros niños ya no son tan niños y, en cierto modo, el temor a que se apague la magia de la navidad. Aquí tienes algunas maneras de abordarlo.
Respuesta:
A los más pequeños (manteniendo la magia): «¡Claro que sí! Los Reyes Magos existen en los corazones de todas las personas que creen en la magia de la Navidad. Ellos trabajan en secreto para que todos los niños tengan una noche especial llena de ilusión y alegría.»
A los más mayores con dudas (mezclando magia y realidad): «Los Reyes Magos son reales de una manera muy especial. Son la magia que hace que todos nos esforcemos por dar regalos y compartir amor en Navidad. Muchas personas se convierten en ayudantes de los Reyes para asegurarse de que la tradición y la alegría sigan vivas. Así, aunque no los veamos, su espíritu siempre está con nosotros.»
Para los más mayores que ya están descubriendo la realidad: «Los Reyes Magos son una hermosa tradición que los adultos mantienen para que los niños vivan momentos mágicos y llenos de ilusión. Y cuando descubres cómo funciona, te conviertes en parte de esa magia para mantenerla viva y hacer felices a otros.»
Esperamos que os haya gustado, si tenéis más dudas o se os ocurren más preguntas y queréis que os demos nuestra opinión, no dudéis en preguntarnos.
Esta Navidad, desde Dando Pasitos (área infanto-juvenil de Moala Psicología) estamos dándolo todo con nuestros peques.
¿Sabéis quién ha venido a visitarnos al centro? ¡Se llama Polvorón y es un Elfo muy travieso que reta a los niños a cambio de puntos!
Por ejemplo, uno de los retos que les ha propuesto Polvorón a nuestros pequeños, es inventar un villancico:
El otro día retó a Lucía (nombre ficticio), una niña con miedo social, a cantar villancicos delante de dos de nosotros, siempre con seguridad y cariño. Lucía, muy contenta, cantó y disfrutó de su reto, superándolo con creces y recibiendo el emotivo aplauso del pequeño público. Eso fue un pasito más de la terapia, que la hizo sentir confiada, segura y capaz de exponerse a algunos pequeños retos que nos van surgiendo en el día a día.
Os enseñamos algunos de los villancicos que han escrito los peques de Dando Pasitos:
¡Son súper chulos! Y con cada uno de ellos hemos trabajado diferentes aspectos particularizando en cada caso lo que cada pequeño necesita.
¡Lo estamos pasando genial! Os seguiremos contando cositas que nos tienen atareados estas navidades.
Isabel Gallardo.Psicóloga Sanitaria y Neuropsicóloga de Dando Pasitos (área infanto-juvenil de Moala Psicología).
¿Cuándo llevar a mi hijo al psicólogo? ¿Debo esperar a ver si se soluciona solo el problema?
Son diversos los motivos por los cuales podemos llevar a nuestro hijo o hija al psicólogo.
Lo primero de todo, es que tenemos que tener en cuenta que no existe un manual para la maternidad o la paternidad. Aprendemos recorriendo el camino, un camino apasionante, lleno de emociones positivas, pero también de miedo y muchas veces preocupación, de saber o poder acompañar a nuestros pequeños para que crezcan sanos y felices. Desde Dando Pasitos os recomendamos que igual que no dudamos de acudir al médico cuando detectamos un síntoma físico, tengamos en cuenta el poder acudir a un psicólogo cuando vemos síntomas psicológicos o emocionales.
Y es que a veces, llamamos a un psicólogo cuando ya hemos tocado fondo, cuando sentimos que no podemos manejar la situación bajo ningún concepto, cuando se me acaban todas las herramientas o las estrategias para ayudar a nuestros pequeños.
Otras muchas veces, nos preguntamos si será necesario que consultemos con un psicólogo en relación a lo que le ocurre a mi hij@, consigo mismo, con su entorno, sus iguales, en el colegio… o por “algo raro” que notamos y no sabemos ponerle nombre, explicar o colocar de alguna manera. Nos planteamos si será necesario o se resolverá con el tiempo, si el niño es demasiado pequeño o si lo que le ocurre es suficientemente grave.
En nuestra opinión, si te has planteado acudir al psicólogo, seguramente está bien que acudas. No es necesario que la cosa vaya fatal para ir a terapia, es más, mejor no esperar a que esté fatal.
Además, cuando vengas a conocernos valoraremos el caso y, si vemos que no es necesaria nuestra atención o es más adecuada la atención de otro profesional, os lo haremos saber para poder orientaros siempre de la mejor manera.
Os dejamos algunas “señales de alarma” que pueden hacerte decidir consultar con un profesional:
Síntomas cognitivos o problemas de aprendizaje: problemas de atención, concentración, lectoescritura, bajo rendimiento escolar, sobre inquietud, dificultades en el desarrollo del lenguaje, etc.
Situaciones vitales importantes: separación de los padres, vivir en otro lugar, fallecimientos de personas cercanas, etc.
Síntomas comportamentales: hiperactividad, reacciones agresivas, conductas disruptivas, problemas de sueño, pesadillas, miedos extremos, conductas obsesivas, dificultades en la relación con la comida, comportamientos extraños, retroceso a etapas anteriores en algunas conductas, síntomas físicos como dolores de cabeza, tripa… (que no son explicados por causa médica), etc.
Síntomas sociales: dificultades en las habilidades sociales, problemas con sus iguales, dificultad para hacer amigos, excesiva timidez o vergüenza, etc.
Síntomas emocionales: tristeza excesiva, apatía, enfado o reactividad excesiva, irritabilidad, desánimo, etc.
Otros síntomas como aislamiento, escuchar voces o hablar solo, ver cosas extrañas, etc.
Otros síntomas o situaciones que consideremos relevantes o tengamos duda de si es “normal”.
¿Tengo que acudir yo a las sesiones con el psicólogo? ¿Qué se hace en terapia?
El Equipo de Dando Pasitos entiende al niño como parte de un sistema familiar. Del que el niño aprende, se nutre y se desarrolla. Nuestra filosofía es trabajar con el niño a la vez que con los padres. Entendiendo siempre el caso por caso. Nuestra experiencia nos dice que padres implicados siempre nos asegura mayor posibilidad de que todo se solucione mejor y en menor tiempo.
Si hablamos de adolescentes, también, aunque de otra manera, contamos con la implicación de los padres.
En Dando Pasitos somos especialistas en psicología Infanto-Juvenil y nos encargamos de la prevención, la detección precoz de trastornos o problemas psicológicos y su posterior tratamiento para ayudar a las familias y a sus hijos a desarrollarse felices. Si tienes cualquier duda puedes contactarnos sin ningún compromiso.
Sara Martínez. Psicóloga y fundadora de Dando Pasitos y Moala Psicología
Ocurre a veces, que los niños no se relacionan adecuadamente, lo podemos observar cuando:
Es excesivamente tímido
No habla de sus amigos
Tiene autoestima baja
Expresa sus frustraciones con agresividad
No expresa sus deseos o gustos de forma clara
Prefiere estar en casa haciendo cualquier cosa que salir a jugar
No suele participar en juegos con otros niños
No sabe perder
No sabe decir no
Los seres humanos somos seres sociales que vivimos en continua interacción unos con los otros. Las habilidades sociales son un conjunto de conductas necesarias que nos permiten interactuar y relacionarnos con los demás de manera efectiva y satisfactoria. Para evaluar y entrenar las habilidades sociales es importante tener en cuenta aspectos como la cultura o las variables sociodemográficas.
Además, resultan ser conductas aprendidas, esto quiere decir, que no nacemos con un repertorio de habilidades sociales, sino que las vamos desarrollando a lo largo de nuestro ciclo vital. Seaprende de lo que se observa, de lo que se experimenta y de lo que se recibe en las interacciones interpersonales.
Aquí os dejamos unos «tips» para que podáis trabajarlo juntos en casa:
Refuerzo positivo. Refuerza sus conductas sociales positivas (ej. el que haya bajado a jugar al patio, el que llame a un amigo por iniciativa propia, una comunicación asertiva, etc.).
No utilices el castigo de forma sistemática. Muchas veces los niños entran en una situación de indefensión aprendida, es decir, llegan a pensar «da igual lo que haga ya, porque me van a castigar», por lo que el castigo deja de ser útil.
Imitación. Consiste en que demostréis al niño, con vuestras propias actitudes, como ponéis en práctica diferentes habilidades en la vida cotidiana. Por ejemplo, si queréis que vuestros hijos miren a los ojos al hablar, no podéis vosotros no hacerlo cuando habéis con ellos u otras personas, o si queréis que vuestros hijos pidan las cosas «por favor y gracias» os tienen que observar haciéndolo a vosotros. Vosotros sois los modelos más importantes para vuestros hijos.
Evita resolver problemas de forma agresiva.
Fomenta la autonomía e independencia, evita la sobreprotección.
Propiciar la interacción social. Llévale al parque, invitar niños a casa, extraescolares que le gusten, etc.
Información sobre cómo ha actuado. Cuando el niño está realizando una conducta, se le informa de lo que ha hecho bien y de lo que le falta por mejorar o aprender
Ten en cuenta sus sentimientos, emociones y necesidades. Comunícate con el niño y ponerle nombre a lo que siente.
Establecer normas y límites firmes.
Acuerdo entre la pareja a la hora de establecer refuerzos y límites.
Si queréis seguir aprendiendo sobre esto, asiste a nuestra escuela de padres o inscribe a tu hijo/a en alguno de nuestros talleres relacionados con el trabajo de estas habilidades.
La autoestima es el aprecio o consideración que cada uno tiene de sí mismo. Tiene que ver con cómo nos percibimos, nos evaluamos o pensamos acerca de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de nuestros sentimientos, pensamientos o forma de ser.
A lo largo de la vida, es normal que nuestra autoestima varíe, ya que los diferentes acontecimientos y situaciones por las que pasamos, pueden hacer que nos sintamos más o menos capaces, más o menos válidos y con más o menos ganas de comernos el mundo.
Es normal que nos preocupemos por la autoestima de nuestros hijos… Pero es imposible proteger a los niños de todas las situaciones y dificultades a las que se enfrenten en sus vidas. Es bueno que los niños se desarrollen en situaciones en las que no estemos, para que tengan que enfrentarse a dificultades, a situaciones nuevas… a momentos en los que tienen que «crecer» tomando sus propias decisiones.
AUTOESTIMA EN NIÑOS:
La autoestima en los niños se forma a partir de las primeras relaciones sociales que va estableciendo, con sus padres, hermanos, profes o compañeros del cole.
La autoestima de los niños, al igual que la de los adultos, depende de su autoimagen así como de la visión que tengan acerca de sus habilidades o autoeficacia. Un niño que confía en sus habilidades, se percibe más fuerte y capaz, tendrá una autoestima más alta que un niño inseguro o con ideas negativas en relación a sí mismo.
¿QUÉ PODEMOS HACER COMO PADRES PARA AUMENTAR LA AUTOESTIMA DE NUESTROS HIJOS?
Cuida tu propia autoestima. Los padres son un modelo a seguir, les enseñamos (casi sin darnos cuenta) como funciona el mundo, como hay que hablarse, como hay que relacionarse… y por supuesto, como hay que quererse. No podemos pretender que se quieran a sí mismos si no lo hacemos nosotros primero.
Pon límites y normas. No es sano que los niños crezcan en ambientes permisivos en los que no existen límites y normas, ya tienen que aprender que hay cosas que no deben hacerse y que viven en una sociedad reglada en la que no podemos hacer siempre lo que queramos. Los más pequeños necesitan las normas para desarrollarse correctamente y poder sentirse cómodos y seguros con las interacciones sociales.
Evita exigirle y presionarle más de la cuenta, es solo un niño, no tiene porqué sacar las mejores notas, ser un súper deportista, hablar inglés perfecto, tocar un instrumento, etc. Si le haces ver que no es un súper niño (con frases del estilo «no sirves para nada», «qué torpe eres»…) creerá que tiene que serlo y esto le llevará a sentirse muy frustrado y con un sentimiento de incapacidad (ya que es muy difícil que se nos de todo bien).
Valora su esfuerzo y sus capacidades por encima del resultado. Si por ejemplo, un día viene a casa triste, porque ha jugado mal al fútbol, es mejor decirle «bueno hijo, te has esforzado y estás practicando mucho… además, mira lo bien que corres y lo bien que se te da», en lugar de «bueno, es que sabes que el fútbol no es lo tuyo, tú no vales para eso».
¡Ojo! Reforcemos de forma realista. Evita exagerar sus logros o buenas aptitudes por encima de sus posibilidades. Volviendo al ejemplo del fútbol, si vemos que no tiene muchas aptitudes para ese deporte, valora su esfuerzo y perseverancia, pero no le hagamos creer que es un futbolista de élite, ya que esto puede tener el efecto contrario al que pretendemos, que baje su autoestima cuando vea que es incapaz de llegar a los objetivos.
Identifica sus ideas limitantes. Observa cómo se habla y ayúdale a cambiar ideas equivocadas o negativas en relación a sí mismo. Ayúdale a crear un autoconcepto realista y positivo.
Ayúdale a trabajar su independencia. Intenta no «quitarle» todas las emociones negativas, deja que se equivoque, que se frustre… que aprenda, siempre con tu apoyo. Dale progresivamente responsabilidades, que sienta que es capaz de ir superando pequeños retos o dificultades.
Ámale incondicionalmente y muéstraselo, independientemente de que falle, de que algo se le dé mal, de que existan cosas que no te gusten… Esto no quiere decir que no nos enfademos con ellos o no pongamos límites. Está más relacionado con el que no tengan que «ganarse tu amor» con buenos actos, si no que lo tengan siempre.
¡Cuidado con lo que piensas, esperas o crees acerca de tus hijos… podría hacerse realidad!
El Efecto Pigmalión es el fenómeno mediante el cual, las creencias, ideas, expectativas… que los adultos tienen hacia los niños, tienden a confirmarse a lo largo del tiempo.
EL EFECTO PIGMALIÓN EN NIÑOS
Este fenómeno tiene su origen en la obra del poeta Ovidio, recibe su nombre en referencia a Pigmalión, un antiguo rey de Chipre, que se enamoró de una estatua femenina que él mismo había creado e imploró a Afrodita que otorgase vida a la estatua. Finalmente Afrodita materializó su deseo y Pigmalión contrajo matrimonio con Galatea, que así se llamaba la mujer nacida de esa estatua original, y tuvo una hija llamada Pafo.
Metafóricamente, el Efecto Pigmalión describe el modo en que los padres, docentes y personas con vínculos afectivos pueden transferir o influir en el estilo de vida del niño, mutando sus capacidades, gustos y conductas. Esta clase de expectativas que se depositan en el niño se le transmiten mediante el lenguaje verbal y no verbal, y expresan tanto lo que anhelamos como lo que rechazamos.
ATENTOS A NUESTRO LENGUAJE, PODEMOS TRANSMITIR INSEGURIDAD AL NIÑO
Gran parte de los mensajes que transmitimos son no verbales. Los niños no solo se quedan en el lenguaje, en lo que decimos… si no que son capaces de percibir nuestros gestos en la connotación de lo que expresamos, son capaces de captar el mensaje fuera de lo estrictamente verbal. Sin ir más lejos, muchos mensajes que se le mandan a los niños son del tipo: «sé más listo», «no puedes hacer eso», «siéntate a hacer los deberes, que no vas a llegar a nada en la vida», «si sigues así vas a ser un fracasado», «le cuesta estudiar», «esto no se te da bien», etc.
Sin embargo, lo que expresamos es el anhelo de lo que queremos que sean o el temor de lo que no queremos… Los niños no saben como son, cuál es su rol o como debe ser su comportamiento (e importante: como no debe de ser). Los pequeños, forman su autoconcepto a partir de lo que sus figuras de apego o referencia dicen o expresan de ellos. Por lo tanto, es a través de nuestro lenguaje, de la forma de tratarlos o de dirigirnos a ellos (además de sus experiencias con otros niños y adultos), como aprenden quiénes son, qué cualidades tienen, cuál es su rol o cómo deben comportarse. Por lo que el verdadero mensaje que el niño capta de lo citado anteriormente es: «eres inútil», «eres incapaz», «vas a fracasar», «eres débil», etc.
Por lo tanto, es importante lo que decimos y cómo lo decimos. Así mismo, estaría bien analizar las propias creencias, expectativas, miedos y sentimientos, antes de expresarlos… teniendo cuidado en la forma y las palabras que utilizamos para hacerlo.
En resumen, las familias suelen depositar una serie de creencias inconscientes (buenas o malas, constructivas o limitantes) respecto al futuro de cada uno de sus retoños. El producto tangible de este agregado de creencias y anhelos es lo que se conoce como el Efecto Pigmalión.
INVESTIGACIONES SOBRE EL EFECTO PIGMALIÓN:
Uno de los estudios sobre los que se sostiene la teoría del Efecto Pigmalión fue realizado en los Estados Unidos (David McClelland, “Estudio de la motivación humana”). En él se crearon dos grupos (uno de ellos estaba formado por alumnos de inteligencia superior y buenas calificaciones académicas, mientras que el otro estaba formado por alumnos por debajo del promedio).
Durante la experimentación, el maestro no conocía los criterios de formación de los grupos ni el origen de los estudiantes. Por el contrario, se le dio al maestro una información invertida acerca del desenvolvimiento intelectual y académico de los estudiantes.
Tras un tiempo dando clases, el grupo de alto rendimiento académico previo sufrió un descenso en las calificaciones, mientras que el otro grupo incrementó significativamente sus resultados. Por lo tanto, la conclusión es clara: la creencia y expectativas del profesorado sobre los alumnos influyó sobre la interacción y los logros académicos por parte de los estudiantes.
LAS CREENCIAS NO SOLO TIENEN PORQUÉ INFLUIR DE FORMA NEGATIVA, PUEDEN SER PROTECTORAS:
Igual que se ha hablado de como los mensajes, creencias, miedos, anhelos o expectativas negativas acerca de los niños pueden llegar a condicionarlos o influir en su futuro de forma negativa, puede ocurrir lo mismo a la inversa, por ejemplo, si transmitimos al niño un mensaje de confianza en él, con expectativas realistas, reforzándolo, creyendo en él y valorándolo como persona individual, resaltando sus cualidades… el menor creará un autoconcepto positivo, siendo consciente de sus fortalezas y capacidades.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA EVITAR EL LADO NEGATIVO DEL EFECTO PIGMALIÓN?
Tomar conciencia de cuáles son nuestras expectativas y anhelos (seguramente algunas inconscientes) con respecto a nuestros hijos. Por ejemplo tomar conciencia de si hemos tenido hijos para no estar solos en la vejez, para solidificar lazos matrimoniales, para darle sentido a la vida, para sustituir a alguien que falleció, porque nos imaginamos una casa llena de gente, etc. Ya que en relación a esto, desarrollamos una serie de estrategias para que nuestros anhelos se cumplan, que van desde el nombre que le ponemos al bebé hasta las fantasías acerca de sus capacidades, su físico o su vocación («él vale para esto», «ya hubiera querido yo que mis padres hicieran esto por mi», «tiene capacidades para este deporte, puede llegar lejos», «yo me sacrifico para que él llegue donde yo no pude llegar»… ¿él quiere ese deporte? ¿cómo se siente con esto? ¿qué es llegar lejos? ¿a costa de qué?…).
Reformular, decir de otra forma, cambiar expectativas con los hijos. Así como expresarse diferente con cada uno de ellos. Destacar sus habilidades genuinas, sus capacidades y cualidades, tratándoles con cariño y cercanía física, eliminando las fantasías y deseos que tenemos hacia ellos. En definitiva, dejarles que auto-exploren en sus propios deseos, en lo que quieren o en lo que les gusta, intentar decidir menos por ellos.
Ayudarles a que expresen sus emociones mediante diferentes métodos (hablar, música, bailar, pintar, escribir, jugar…) y aceptar que todas las emociones son válidas y las aceptamos, favoreciendo así que sean introspectivos.
En definitiva, respetarles y favorecer su autoestima destacando sus puntos fuertes.
Sara Martínez. Psicóloga Sanitaria. Fundadora Dando Pasitos y Moala Psicología